Miguel Delgado le vio las orejas al lobo. Guía de barrancos y píster en una estación, el 28 de febrero pasado trabajaba en la apertura de una zona de esquí, provocando avalanchas de forma controlada, cuando lo atrapó un alud. “Se suponía que yo estaba en un sitio seguro, pero había más nieve de lo normal, se desbordó y me pilló”. Lo enterró a él y a un compañero y, aunque pudieron salir, Miguel todavía sufre las secuelas de una lesión en su tendón de Aquiles.
Me pilló una avalancha y decidí organizar un congreso de seguridad invernal
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